El mensaje alimenta la esperanza. “¿Beto? ¡Ahí conseguimos un contacto por las entradas! Nos cobran 9.000 dólares cada una. ¿Qué hacemos?”, el tono atimbrado del fanático porteño lo resume todo. En Río de Janeiro están dispuestos a pagar cualquier precio en la reventa de entradas.
El valor de las localidades va aumentando con el correr de las horas. El jueves, se llegó a pedir hasta U$S 4.000 una localidad. El viernes, subió a 6.000 y ayer la cotización era hasta 10.000. Muchísimos para el bolsillo de los casi 100.000 argentinos que intentan ingresar al estadio.
El viernes por la noche, por la avenida Atlántica de Copacabana, los brasileños, muy despacito, ofrecían dos cosas: cocaína y tickets. Es que la polémica por el mercado negro de localidades es tan grande, que es casi lo mismo vender drogas o entradas. El jueves por la noche, especialmente los extranjeros, se sentaban en los bares de la zona con un cartelito con la leyenda “compro tickets”. Tampoco faltaron los que las ofrecían, pero ambos desaparecieron cuando el caso quedó a la luz.
“Son unos ladrones. Nos hicieron gastar millones para que ellos se lleven la plata y ahora resulta que es la FIFA la que se encargó de la reventa. Las ganas de tener todo el dinero que tienen es impresionante, no tiene límites”, dice fastidiado Jorge Luiz, un tachero que no pudo asistir ni a un partido jugado en el Maracaná.
Mercado negro
En tierra brasileña no se habla de otra cosa de la conexión FIFA en el mercado negro. La Policía busca por todos lados a seis directivos de la entidad que se fugaron cuando se desnudó el escándalo. También están sospechados empleados y allegados al organismo de haber entregado las localidades de protocolo que habían recibido desde que arrancó el certamen.
Humberto Grondona, hijo del presidente de la FIFA y entrenador de los sparrings de la Selección, deberá presentar un descargo ante la entidad porque uno de los tickets que se le dio terminó en la reventa.
Por todo ello, es un verdadero misterio determinar quién podrá ingresar al Maracaná hoy. Se dicen que hay unos 20.000 alemanes con entradas. Y los más de 50.000 restantes se la dividirán entre los argentinos y, fundamentalmente, los brasileños que, por ser anfitriones, tuvieron asignado un importante cupo.
Por las dudas, la Policía brasileña ya tomó sus recaudos. Hará mucho más grande el sector de prohibición de ingresos para evitar que las personas que no tengan entradas en su manos no tengan la más mínima chance de ingresar al estadio.